nos hacemos la pregunta de David; no tenemos más confianza de la que tenía él para poder seguir adelante. No es de extrañar que David se pregunte: “¿Hasta cuándo pondré consejos en mi alma…?” (v. 2). En el lenguaje del Antiguo Testamento, “los consejos” son una actividad de la mente, mientras que “el alma” es donde están asentadas las emociones. Así que, “los consejos” y “el alma” en realidad no van juntos de manera natural. No pensamos con los sentimientos, sino con la mente. Por eso, la mayoría
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